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Mostrando entradas de octubre, 2008

Solo yo

En los días que envueltos en tristeza, no conozco el abrazo ni el consuelo de quien disfrute mis penas y alegrías. Soy ignorante del consuelo que existe de la afectuosa mano que se agita en la cabeza o del caluroso abrazo que transmite fortaleza. Por una intimidad y reserva por un interior que no muestro existen mis penas todavía inmaculadas de ojos ajenos. Invoco desde el corazón mis versos, que como puertas de salida al mundo exterior se pierden silenciosos sin mostrar este dolor. Pero cada letra de estas líneas las cambiaría por sentir las palabras sabias y dulces del Angel que me guía. Aunque busco el consuelo en las estrellas cada noche como esta, no te encuentro y con el pasar del tiempo mis ojos se cierran. Entonces en silencio, resignado ya al olvido sólo tengo un pensamiento: esperar el momento que mi Alma pura se aleje de mi cuerpo. Syd.

Agonía del corazón

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Mujer, escondiste para ti la alegría de vivir, ahogaste tus cantos en un mar de confusiones, largas tristezas y depresiones. Más allá de lo que te conozco, sólo veo un fondo oscuro, tu piel como el mate no refleja la alegría que te llega desde otros. ¿Dónde está la risa que te acompañaba? ¿Por qué no vuela tu imaginación tan lejos como ven los ojos? Y esos destellos que tus ojos despertaban la simpatía de todo buen mozo, ahora provocan lágrimas en el corazón de tus queridos. Te veo en silencio y contemplo tu soledad, abatida entre sollozos y movida por una esperanza que día a día se aleja más. ¿En qué puedo ayudarte? Me pregunto otra vez. Y sin encontrar la respuesta, ruego al Destino que te tenga en su diestra. Yo te animo a que vivas, a que ames sin tiempo y con el corazón lleno de vida; que seas como el sol del medio día, que por más que se despida en una noche, aparece fulgurante en la mañana, bañando los valles y campos de cantos resonantes y de alfombras verdes y coloridas. Syd.