En tus ojos oscuros, profundos como el océano infinito, me entregué a la muerte. Y con el amor universal que albergas en tu corazón, renací como nuevo ser. Porque estuve perdido en este tránsito, que todos llaman vida y yo muerte, aunque no era un muerto entre vivos, sino un estrellado a este muro que le dicen vida; y atravesé esa pared, alcanzando el incierto abismo, donde tú me esperabas. Te amo. Te amo vida mía, elíxir de mis últimos días, razón de la existencia por venir. Eres la sangre en mi cuerpo, el beso eterno que yo esperaba, el perfume en cada mañana. Ahora eres mi complemento, la música feliz, la única inspiración, mi poesía sin fin.