La última luna llena
Un año ha pasado, desde que la última luna llena me sorprendió en la noche oscura, borrando del cielo cualquier estrella.
Ella, pura y brillante, como doncella andante, descendiendo desde lo alto, hasta alcanzar mi horizonte; tan cerca de mí.
Fue esa noche un día con su presencia. Fue su luz la que abrió mis ojos. Estaban mis manos contenidas, pero creí que la podía alcanzar.
Los suaves relieves de su blanco esplendor, eran como pliegues de un vestido, que iban y venían, como ligeras olas que bañan una rivera en eterna danza, seduciéndome y llenándome de emoción.
Mágico fue el momento. Deslumbrado y feliz por esta visión quedé. ¡Era mi luna! Que ataviada de un vestido blanco, sobre su piel trigueña, bajaba llena de vida por las escaleras, borrando de mi memoria el recuerdo de cualquier otra mujer.
Adiós luna llena, no nos volveremos a ver.
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