Un viaje por el mar

Calmado en la orilla, mirando hacia el mar,
me entrego nuevamente y sin vacilar.

Contemplo ligeramente el lento palpitar,
de las olas y avecillas, que animan estos días.

En sueño profundo quedo, me desdoblo con facilidad,
así la naturaleza nos premia por intentar.

Un lucero yo parezco cuando rayo por el viento,
tenía en mis pensamientos volar al norte, aún con esfuerzo.

Llegando a mi destino te encuentro en nueva vida,
y viéndote decidida, regreso sin consuelo.

Después de mi experiencia agradezco al cielo,
no por tu lejanía, sino por mi vuelo.

Cuando llego a mi morada te dedico una oración,
que vivas felizmente y sin turbación.

Que otros brazos te cobijen y te den calor,
porque yo con mil defectos no tengo tal don.

Mañana iré a la playa nuevamente,
al mirar las olas y peñascos te recordaré.

A la soledad como siempre me abrazo,
ella está presente en cada atardecer.

Daniel.

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