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Mostrando entradas de mayo, 2010

Para mi madre

Cuando vi el primer haz de luz, tu estuviste ahí, porque empezó mi vida desde tu vientre y este lazo perdurará hasta fin. En tu regazo descansaba yo feliz en mi niñez, siempre encontré refugio, siempre me sentí muy bien. Y aunque el tiempo avanzó, no fue para un adiós y olvido, fue un largo suspiro de amor que nos mantiene unidos. Pero hoy te escribo desde la distancia, anhelando goce en este día festivo, que recibas maravillas del Señor y que la paz sea contigo. Syd.

Si te recuerdo

En la oscuridad de esta habitación pensé en ti, en tu partida y en la manera que saliste de mi vida. Por las noches te recuerdo como la posibilidad que no fue, como una vida que se extinguió por la dureza de mi corazón. Y en la tristeza de mi memoria, vacila lentamente la esperanza de un pecador, un breve latido, el último respiro antes de exhalar las ganas de tenerte al lado mío. No quiero apartarme de tu estancia amorosa, ni alejarme de las manos que procuran las caricias más deliciosas. Prefiero tenerte acostada entre mis brazos, sientiendo los dulces besos que cubrían toda mi piel. Pero entre las canciones tristes de mi vida, fuiste aquella que lloré dos veces, sin que supieras que esas lágrimas avivaron al árbol que me ensombrece día a día. Hoy es la duda mi compañera, vestida de luto por el amor que enterré una noche cualquiera, en un pareja olvidado, al que hoy no quiero volver, porque siento ese dolor, que acompaña a los equivocados. Syd.