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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Adiós 2020

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Te esperaba como una realidad, pero te volviste una posibilidad, hasta convertirte en el no ser de mi esperanza. No, no eres como la caja de pandora, pues solo escondías desgracias. Como Sísifo condenado, cargo embrujado la piedra de un recuerdo que tritura mi mente, exprimiendo gota a gota la inagotable melancolía de mi pasado reciente. Aún cuando escribo, mis manos tiemblan de miedo y ansiedad; no puedo contener mis emociones o detener mis pensamientos. Solo mis lágrimas se liberan, pero yo continúo preso. Esto ya no es miedo, ¡es terror! Como película sangrienta de demonios y muertos. Me llevaste al límite tantas veces, y aún vago en ese limbo. No sé si existí en este tiempo, o  quizá me atoré en ese hetéreo lugar donde anduve perdido sin vivir en realidad. Arrancaste de mí el amor y me dejaste en la completa soledad. Te digo que ni en sueños he podido escapar, ni viajando en el astral encontré descanso a este tormento; solo silencio... solo silencio y nada más . Y

La última luna llena

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Un año ha pasado, desde que la última luna llena me sorprendió en la noche oscura, borrando del cielo cualquier estrella.   Ella, pura y brillante, como doncella andante, descendiendo desde lo alto, hasta alcanzar mi horizonte; tan cerca de mí.   Fue esa noche un día con su presencia. Fue su luz la que abrió mis ojos. Estaban mis manos contenidas, pero creí que la podía alcanzar. Los suaves relieves de su blanco esplendor, eran como pliegues de un vestido, que iban y venían, como ligeras olas que bañan una rivera en eterna danza, seduciéndome y llenándome de emoción. Mágico fue el momento. Deslumbrado y feliz por esta visión quedé. ¡Era mi luna! Que ataviada de un vestido blanco, sobre su piel trigueña, bajaba llena de vida por las escaleras, borrando de mi memoria el recuerdo de cualquier otra mujer.   Adiós luna llena, no nos volveremos a ver.