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Dos personas que jamás se amaron

Hay dos personas en este mundo que no estuvieron destinadas a darse el más puro amor. Dos personas que no se vieron ni cruzaron sus caminos en este jardín olvidado por un tal dios. Dos memorias que nadie recuerda dos historias que nadie las cuenta dos corazones que laten alejados a la sombra de una triste razón. Dos cielos distintos uno oscuro de ignorancia y otro alumbrado de dolor pues uno blasfema en el silencio toda la angustia de la resignación. Dos ayeres distintos dos presentes olvidados dos mañanas separados y dos personas que jamás se amaron.

Eterno silencio

Antes de escribirte   soñé cada noche contigo, Llorando de impaciencia   por conocerte, Esperé sentir tu cariño   junto al mío, Sabiendo que he pasado   largos años en silencio, Salí a buscarte   aún estando dormido, Anhelando tanto un feliz encuentro   que no sucedió, No medí las consecuencias   de esa amarga decisión, Despertando bruscamente   por un fuerte resplandor, Rasgué mis vestiduras   tras los errores cometidos, Abatiendo mi corazón   para volver al silencio y al olvido. (Acróstico)

Cantar de arrepentimiento

Y después, en esa noche, entre furias y tempestades, me acosté en lo que sería mi tumba, adormecido por el dolor, encontré la soledad. Allí, alejado de la luz y en medio del silencio, sentí el peso del olvido, sometido a fuertes tormentos. De tanto desear y sin conseguir el objeto de mis anhelos, el candil de la esperanza, que ilumina los días negros de los afligidos, se apagó definitivamente, extinguiéndose la única vida que se retorcía en mi. Amargamente grité en silencio, gemí entre mis sábanas, pronunciando sus dulces nombres, mientras mil lágrimas llenaban la vacuidad de mi triste morada. Con este preludio, iniciarion mis cantares de arrepentimiento. Siento el pesar de mi pasado cayendo sobre mis hombros y la angustia del pecador que se esconde de la Divina Luz. El silencio adormece mis sentidos. ¿Es esta la calma que le sigue a la tempestad?  ¡Qué frialdad recorre mi cuerpo, que insensible es todo a mi alrededor! Tanto que el miedo se apodera de mi razón, y mi cora

Invierno en mi vida

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El invierno ha llegado a mi vida y la vida como la conocía, ha llegado a su fin. La tormenta de mis penas me satura y el torrente desatado desde mis ojos, bañan con dolor cada día y cada noche de una recurrencia gris. Cómo entendería el mundo, la frágil existencia de los sufridos, de quienes, a fuerza de recibir los golpes morales por sus pecados, acaban rendidos ante el dolor. Hay tantas dudas en mi mente y siento tanto miedo, pero no tengo más compañía que la soledad, vieja amiga desde mi juventud. Ahora el cuerpo tiembla, las manos no obedecen, la respiración se agita, y los músculos se contraen. De pronto ya no percibo a la naturaleza, de pronto mis latidos bostezan, mis pensamientos se nublan y todos mis sueños cesan. Bendita Gracia, Padre de todos lo seres, cuánto quisiera saber que observas la cruz que arrastro, pero parece que Tus ojos son indiferentes con el padecimiento del arrepentido. Madre Divina, que siempre acudes ante tus hijos,