Reflexiones desde el abismo

En estas horas de angustia no se puede decir que la verdad, el amor y la justicia brillan en el firmamento para demostrar la grandeza de un tal creador.

En estas horas de angustia, sólo se puede contar que la mentira, el odio y la injusticia, se alzan victoriosas sobre el horizonte, iluminando una triste y remisa realidad.

Aquella ilusión, esa quimérica imagen del hálito de vida y de la vida eterna, es tan vana como el amor, cuando del pasado surge la sombra más oscura que eclipsa al mismo universo.

¿Por qué en esos momentos sólo puede verse un foso y un alma cayendo inevitablemente dentro de él, aunque sus malechores brindan con el mejor de los vinos y festejan con la mayor de las alegrías? En esa espiral descendente, la desdichada alma es acusada y aborrecida, condenada al sufrimiento, a la tortura y a la culpa.

Pues en ese abismo sólo se oyen las burlas y a la conciencia escarbando en lo más profundo del ser, extraviada en la búsqueda de una razón que no existe. Es en ese pozo infinito, donde el llanto más amargo no es oído, el grito más lastimero resulta mudo y la esperanza más extrema carece de sentido.

¿Cómo puede un arquitecto dañar su obra? ¿Por qué la ignominia a quien no lo merece? ¿Y por qué nunca hay respuestas?

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