Agonía del corazón


Mujer, escondiste para ti la alegría de vivir, ahogaste tus cantos en un mar de confusiones, largas tristezas y depresiones. Más allá de lo que te conozco, sólo veo un fondo oscuro, tu piel como el mate no refleja la alegría que te llega desde otros.

¿Dónde está la risa que te acompañaba? ¿Por qué no vuela tu imaginación tan lejos como ven los ojos? Y esos destellos que tus ojos despertaban la simpatía de todo buen mozo, ahora provocan lágrimas en el corazón de tus queridos.

Te veo en silencio y contemplo tu soledad, abatida entre sollozos y movida por una esperanza que día a día se aleja más. ¿En qué puedo ayudarte? Me pregunto otra vez. Y sin encontrar la respuesta, ruego al Destino que te tenga en su diestra.

Yo te animo a que vivas, a que ames sin tiempo y con el corazón lleno de vida; que seas como el sol del medio día, que por más que se despida en una noche, aparece fulgurante en la mañana, bañando los valles y campos de cantos resonantes y de alfombras verdes y coloridas.

Syd.

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