Noche de perseidas

Caen gotas que resplandecen
en la oscuridad de una noche de agosto.
Todas se extinguen en el camino,
desaparecen en un tiempo corto.
 
Pero hay una que no.

Fuiste tú, mi amada estrella:
un ángel.
Tus ojos alumbraron mis noches,
en ese agosto de otro tiempo;
en aquel tiempo que ya no volverá.

Llegaste con las demás perseidas,
luminosa, radiante, cautivante, hermosa.
De entre todas tus hermanas,
sólo tú elegiste esta tierra yerma;
plantando en mi corazón:
el amor.
 
Te convertiste en mi idilio,
en la musa para mi poesía,
en la luz al final del camino,
y la inspiración para mi vida.

En esta noche de perseidas te recuerdo.
 
Pero no, ya no son gotas brillantes
que caen fugazmente desde el cielo;
sólo son gotas rodando por estas mejillas,
que se ahogan en la aridez de mi nueva vida.

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